Usted fue niño, vivió en un mundo interesante. Era imposible desalentarlo y todo le sonreía. Era muy entusiasta, nada le aburría, ni lo más sencillo. Si quería algo, valía la pena ir tras ello.
No pensaba en razones de por qué no podía alcanzar sus metas. No conocía el significado de ser pesimista o sarcástico. Claro, cayó algunas veces, pero no había ninguna razón para no intentarlo de nuevo.
No tenía razones para no hacer amistades, ni motivos para temer a lo desconocido. Quien no arriesga no gana. Era curioso y tenía muchas ganas de aprender. No tenía responsabilidades o compromisos con nadie; no tenía frustraciones.
Despierte al niño que era y que está dentro de usted, esperándole. Revisé su energía ilimitada, su curiosidad, el placer del descubrimiento y el cambio; la agilidad para recuperarse después de una caída; todo eso es posible aún.
¿Hay algunas cualidades que tenía de niño o de joven que le gustaría reconquistar? De usted depende… Piénselo.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.
lunes, 20 de junio de 2011
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