No pensaba en razones de por qué no podía alcanzar sus metas. No conocía el significado de ser pesimista o sarcástico. Claro, cayó algunas veces, pero no había ninguna razón para no intentarlo de nuevo.
No tenía razones para no hacer amistades, ni motivos para temer a lo desconocido. Quien no arriesga no gana. Era curioso y tenía muchas ganas de aprender. No tenía responsabilidades o compromisos con nadie; no tenía frustraciones.
Despierte al niño que era y que está dentro de usted, esperándole. Revisé su energía ilimitada, su curiosidad, el placer del descubrimiento y el cambio; la agilidad para recuperarse después de una caída; todo eso es posible aún.
¿Hay algunas cualidades que tenía de niño o de joven que le gustaría reconquistar? De usted depende… Piénselo.
Que Dios y María Santísima te bendigan. Mary y Jaime.